¡Cómo pasa el tiempo!
Un año ha pasado desde aquella tarde.
Esperaste a que llegara al hospital,
siempre has acudido en mi busca,
siempre has reclamado mi ayuda,
siempre has gritado mi nombre.
Lo mismo es porque soy la mayor,
la primera de tus hijas.
¿Recuerdas?
Tardaste meses en conocerme,
hacías la mili en Mahón
y cuando me viste era una bolita,
si, una niña gordita y feliz,
con unos ojos vivos como estrellas.
Recuerdos... yo lo imagino
por qué lo has contado mil veces.
Hoy hace un año
que con tu mano entre las mías,
en aquella habitación fría y solitaria,
si, yo me encontraba sola
y helada hasta el alma,
cerraste los ojos para siempre.
Pero yo, y sé que...
toda tu familia no te olvidamos.
Padre, yo no te olvido.
Descansa en paz, te quiero.
María Nicolás Arteaga.
Porque hoy no soy poetisa,
hoy, sobre todo soy tu hija.
No te ofendas porque firmo desde hace meses sin tu apellido, siempre seré María Nicolás Arteaga, pero ya me conoces, soy muy coqueta, hasta para firmar, y Nicolás es muy común. Gracias papi, sabía que lo entenderías.
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