sábado, 11 de junio de 2016

Al caer la tarde























No tardes, que te espero...
Cuando el sol esconda los rayos de cobre
y la luna refleje su figura en lo alto,
ahí estaré yo mirando por la ventana
ansiosa de ti.
No tardes, que te espero...
Al comienzo del ocaso,
cuando la huerta huela a limón y claveles,
y el campo a olivos de secano,
un grillo vigilante alertará a las luciérnagas
para alumbrar tus pasos.
No tardes, ya sabes que siempre te espero.


María Arteaga


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