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María Fernada y una rosa de otoño |
Se mueve como las olas al llegar a la playa rompiendo el silencio de la tarde.
Su cabello es un racimo de uvas oscuras y su mirada, el cielo a la hora de las cenicientas.
El cascabel de su risa se mezcla con las palabras que aguardan turno revoloteando entre ella y yo.
Alma joven como sus pasos sostenidos con tacón, patines o zapatillas saboreando la frescura del río.
O descalza cuando a solas sueña despierta.
***
María Arteaga
4 comentarios:
Para María Fernanda con todo mi cariño.
Gracias por ser como el jazmín de la huerta murciana.
María
Muchas gracias por el poema, me ha encantado. Espero que sigas escribiendo tus "pensamientos del alma" porque son preciosos.
Un beso con todo mi cariño.
Hermoso regalo. Buenos días para las dos. Besos
La poetisa empezó a escribir de nuevo...
Besos, mi niña.
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