regando el tomillo cuajado de flor.
Él la esperaba bajo el roble
adivinando el sonido de sus pasos
para fundirse en la ternura de sus brazos,
en el deseo de sus labios,
y quedarse en la noche de sus ojos
hasta que les despertara el sol.
Entraron en la cabaña temerosos
de que les robaran el silencio,
música de su corazón.
María Arteaga
***
8 comentarios:
Más bonito, imposible.
Una noche para perderse y despertar al alba te tu mirada
Muy bonito, mi niña. Un beso
Así forjaron la noche más bella con los dulces matices de tus versos.
Besos
André
Hola María.
Como siempre un placer llegar hasta ti. Tus poemas son tan cálidos y dulces como tú. Un abrazo
ME ENCANTAN TUS VERSOS, MURCIANA
Muchas gracias a todos.
Encantada de tu visita, André. Besosssss
A través de sus ojos...el amor.. Hermoso
Un beso
Gracias, Hanna. Bs
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