Cuando ese día llamaste a la puerta,
yo te esperaba asomada a la ventana
deseosa de poder abrazarte.
Tal era mi impaciencia que no te vi,
no sentí tus pasos
ni escuché el latir de tu corazón.
Y volaste a mi lado como el viento,
loco por estrecharme en tus brazos
como yo de que lo hicieras.
Nos juntamos como la hiedra,
temiendo que se rompiera el encanto
que se hizo silencio a gritos de alegría.
Y pasó la tarde, y la noche vigilante
testigo de palabras y caricias
que se quedaron para siempre escritas
en el paisaje, en aquellas paredes
mudas cerca del mar.
María Arteaga
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9 comentarios:
¡Hermosas tus momentos!
Besos.
André
Hermosa poesia, con tanta ternura me pones los pelos de punta señora.
BS.
Lindos tus versos yo te espero escribeeeee.
Un beso
"Y volaste a mi lado como el viento,
loco por estrecharme en tus brazos
como yo de que lo hicieras.
Nos juntamos como la hiedra, pegados,
temiendo que se rompiera el encanto
que se hizo silencio a gritos de alegría"
Una maravilla estos versos, y los otros, también.
Besos, mi niña.
Amas y escribes. eres un talento.
Que dios te bendiga.
En mis noches de insomnio te descubri, me quedo con su permiso señora.
Cada vez que paso a leerte me llenas de sensaciones buenas,
sobre todo de paz.
Dios te bendiga, María.
Un beso
Un abrazo como la hiedra.
Muy hermoso escribir así,
no lo olvides, murciana.
Besitos
Bonito. Letra tras letra,
palabra a palabra,
verso a verso.
Feliz fin de semana, Maria. Un beso
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