Cierro los ojos y te sueño despierta.
Te cuelas en mis sueños hasta el alba
cuando el sol saluda al nuevo día.
Tú me llamas en silencio
alborotando mi corazón maltrecho.
Vuelvo a mi refugio del que huí
con la misma sensación de soledad,
hasta que tu voz me hace reír
como un regalo-sorpresa.
Y te marchas de nuevo,
deseando que regreses otra vez
para que beses mis manos
y me digas que me quieres.
Hoy te necesito infinitamente más.
María Arteaga
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