miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Recuerdas, padre?



Mis padres. Patrocinio y Manuel



















¡Cómo te echo de menos, padre!

En la cocina no arde la leña,
solo la llama de una vela alumbra el lugar
dibujando en la pared formas extrañas.
Te imagino sentado en tu sillón
cerca de las brasas, atizando la lumbre,
llamando a mamá: ¡Patro...!,
controlando hasta los sonidos del alba.
Otra vez hoy, treinta y uno de octubre,
tres años ya que no vi apagarse tus ojos.
Tan ciega estaba de no querer ver
que te despedías de mí sin palabras.
Sin hacer ruido soltaste tus manos
dejando las mías frías y huérfanas,
inertes, gritando en silencio,
llorando con una sola lágrima,
pero tan pesada
que no cabía en mi tanto dolor
como en esta noche triste y solitaria.
¿Nos ves desde ahí?...,  ¿nos sientes?
La familia ha crecido, pero no temas
que ellos sabrán del abuelo Manuel.
Escribiré cuentos, poemas que hablen de ti...
ya sabes padre que soy tu hija "la poeta".
Tú así me nombrabas...¿recuerdas?.



María Nicolás Arteaga


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jueves, 18 de octubre de 2012

Ahora que lo pienso...
















Miras mis ojos fijamente.
Tus manos juegan con la pluma
mientras desnudas el alma.
Tu boca, miro tus labios,
tu cara divina
y deseo fundirme contigo.
Te siento mío, tan mío,
como las lágrimas que se ocultan
en lo más profundo de mi corazón.
Hablas, escucho y callo,
quisiera no oír palabras
que a los dos nos  hacen sufrir.
Intento parar el tiempo
pero el reloj continúa su ritmo,
tic-tac, tic-tac, tic... tac...
Me das lo más hermoso
que se puede desear,
amor, mucho amor, amor...
Nada más puedo pedir,
sí, ahora que lo pienso...,
que te quedes conmigo.


María Arteaga


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sábado, 13 de octubre de 2012

El rubor de una estrella















Por la ventana abierta se coló la noche...
Y llegó la madrugada celosa de ella,
tan entregados estaban en quererse,
que no vieron la estrella que les miraba
ruborizada, a la penumbra de las velas.
Se fue temerosa de ser descubierta
o quizá, a buscar un lucero
que le hiciera suspirar de pasión.
Amaneció.
El sol llegó apresurado
cubriendo de luz la mañana
y las cenizas de incienso.
Repicaban campanas de fiesta
y ella le despertó como él quería,
a besos.
De nuevo se enredaron
entre sábanas, caricias y amor.
Él se quedó inmóvil al despedirse,
y no vio las pupilas cristalinas,
ni sus labios temblar
cuando ella le dijo... adiós.



María Arteaga


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jueves, 11 de octubre de 2012

Un regalo para hoy

Rosas del jardín de Lola (Totana)



María


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miércoles, 3 de octubre de 2012

En la misma almohada



Descansa, te invito a vivir.
Podrás pasear sobre tus sueños
y desayunar conmigo mirando al mar.
Querré estar en casa a tu vuelta
y esperarte con impaciencia.
Comeremos juntos ensalada de ilusiones
acompañada de vino y fresas.
Dormiremos en la misma almohada.
Prometo despertarte con besos y
seguir a tu lado hasta que me abraces.
Merendaremos café con leche
y bizcocho de almendras.
Al anochecer, saldremos a pasear
y  cuando estemos cansados,
descansaremos al arrullo de la luna.
Después lavaré tu cuerpo
que secaré como un rito ansiado.
Cenaremos bajo las estrellas.
Desearé que me cuentes historias
con tu voz de cuento,
y más tarde, si te apetece,
nos acariciaremos sin premura.
Te invito a una vida en paz, libre, feliz...


María Arteaga


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