El día es para ellos largo, agotador.
Tan cansados llegan a la noche, que se apagan
antes que las velas de la tarta.
Acurrucados sobre el sofá, despiertan sobresaltados:
han olvidado bailar, comerse a besos, terminar la botella,
o al menos, vaciar las copas que esperan sobre la mesa.
A pesar de los olvidos, son felices con lo que tienen,
su amor es tan importante, que en ese momento, ella,
solo desea que él recuerde su día eternamente.
María Arteaga
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