Frío, tengo frío esta mañana de otoño
que llama con escarcha y nubes
a otro invierno más.
Tu almohada tiene rastro de calor y caricias
y la mía, huele a jabón, susurros y flores.
Mi lado está inmaculado y el tuyo, arrugado,
porque cuando duermo contigo
sobra la mitad de la cama.
Embutida en tus brazos que no quiero dejar
ni puedo soltarme de ti, tú tampoco,
anudados en calor de amor y silencio.
Más tarde, tus palabras buscan mi voz
y te digo lo que tú quieres escuchar.
María Arteaga
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