La misma postura, sus manos sujetan la barbilla de una cara preciosa, ojos curiosos de todo lo imaginable, mirada limpia, muy bella.
Observa mientras escribo. Mi ordenador está encima de la cama, como aislante un álbum de fotos, ella sigue mirando lo que hago. Tumbada a mi lado en el suelo, escribe algo en su pequeño portátil, mira de reojo, apenas se mueve mientras el tiempo pasa. El reloj no se para, es la 1:55 de un sábado de julio en Balsareny. Claudia sigue a mi lado, las dos tememos que su padre despierte y nos mande a dormir. Mañana nos vamos de compras a Barcelona y creo que sobre todo a ella, le costará un poco levantarse...¡Dios mio, si ya es hoy!
María
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