Frases hilvanadas sin costuras y con hilo transparente
Lo sabía, ahora el silencio es el castigo más mortal que conozco para mi corazón, pero no me sorprendo, te conozco demasiado. Tampoco me acostumbro a tu ausencia. Ya he llegado al final de mi destino, donde se terminan los sueños y empieza la realidad, pero no sufras que nos veremos dentro de poco, aunque me siento culpable de tu soledad y no dejo de pensar en ti. Buenos días pequeña princesa, imagino que ya estás en nuestro palacio, cuidado hasta mi llegada, ese lugar será testigo mudo de nuestras palabras en silencio. Mi alma va contigo, sabiendo que lo que ves, solo son sombras que te alejan de la lejanía que nos separa.
Ahora tranquila, piensa que es una alfombra mágica que te traerá hasta mi reino, deja volar tu imaginación y sueña...un último beso desde este lugar. Montañas impresionantes, maravillosos atardeceres, misteriosos lugares, pero nada se puede comparar contigo. El sol se acaba de ocultar, te regalo los últimos minutos de mi pensamiento. Día radiante a un millón de tiempo o distancia de ti, pero imagina que estoy en tus brazos. La lluvia se ha escondido, pero las nubes no dejan que brillen las estrellas de esta noche infinita, la noche cae despacito... Tarde gris con viento, me llega tu voz y tranquilo pienso en ti, aunque mi cabeza siempre está entretenida contigo. Joooooooooo, no me digas cosas que luego no puedes cumplir... La mañana fría me recuerda que no estoy contigo, pero mi corazón no ha salido de tu lado. Te busco y no te encuentro en esta mañana de domingo nublado, no he sabido calcular y no he ganado. He dado la vuelta, no quiero conducir diluviando, estoy tan lejos que si dejas mi trocito al descubierto notarás mis labios en tu piel. Te esperaré para que me supliques que te bese de nuevo, pero te advierto que no soy invisible. La ciudad tiene sus calles mojadas, ha llorado de alegría por nosotros al descubrir que nos adoramos, como el rocío a la mañana, el sol al día y mi boca a tu piel.
Sujeta mi mano, tengo miedo de mi reacción de ver tus ojos mirándose en los míos, las mariposas revolotean celosas de nosotros. Descansa sobre mi hombro, cuando despiertes estarás dichoso y feliz y yo, descansaré en paz sabiéndole cerca. Me gustaría calentar tu alma. Plaza Fuensanta, gente, recuerdos de otro otoño, música en la noche de otra noche a tu lado.
Besos de los que tú necesites, como siempre.
María Arteaga
***