jueves, 27 de septiembre de 2012

Siempre estás ahí

Tendrás que ponerte a mi altura, o yo de puntillas

Solícito, generoso,  humilde,
honrado y bueno. Caballero.
Sembrando y cosechando,
amistad, cariño, respeto...
No quiero pensar cuando no estés
y al marcar el numero mágico
no escuche tu voz de barítono amable.
No te veré por la calle,
ni  nos despediremos hasta el día siguiente.
Sé que aún en la distancia podré,
como escribió Benedetti: contar contigo.
Aquella tarde  de primavera
respondiste a mi saludo
y el verde de tus ojos
encontró el castaño de los míos.
Hoy tengo un nudo en la garganta,
pero no de pena, sino de  alegría,
sabiendo con certeza que ante todo,
eres mi amigo.
Hermosa palabra que los dos
llevamos como bandera,
lealtad y orgullo.


María Arteaga


***

martes, 18 de septiembre de 2012

Música en la tarde



Para ti, que hiciste mi tarde más alegre.
Tú, amigo, salvas mi tarde.
Escuchas con atención
y sonríes hasta con la mirada.
Un violín llora en la calle
sin saber lo que siento,
cada una de sus notas
es dulce y triste acierto.
Mis pasos nos separan,
más no mi alma,
que se queda con la música
y contigo.


María Arteaga



***

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tus labios..., mi perdición


Me llevas hacia ti despacito,
besas mi boca con dulzura
para más tarde dejarla
y recorrer con tus labios
cada milímetro de mi piel.
Sostienes mi cabeza, me miras,
y con arrebato de deseo
acaricias mi cabello despeinado.
No sé cómo ni en qué momento,
has bajado hasta mis pies
que mordisqueas con gula.
...Y yo me abandono,
dejo que hagas lo que tú quieras
porque tus deseos son de los dos,
mis besos de tu boca, y tus labios,
¡ay! tus labios..., son mi perdición.


María Arteaga


***