
Nadie me dijo que el camino iba a ser tan corto,
amiga de risas, olvidos necesarios y esperanza.
No escuché voces que me alertaran de tu marcha
repentina, de tu ausencia, de mi rabia.
Tu nombre se mezcla con mis lágrimas al alba,
flor de pétalos blancos y corazón dorado,
Margarita, de tallo frágil y raíces eternas...
Debí hacerte caso y volar a tu lado
como las hojas en otoño, sin pensar en nada.
María Arteaga
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