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Imagenes de Juán Heredia y Antonio Lois |
El jueves 26 de mayo, a esa hora que me gusta pasear en buena compañía, o en soledad, cuando la tarde dice adiós y llega despacito el ocaso al encuentro de la noche...Justo a esa hora, nos reunimos un grupo de amigos y amigos de amigos, para rendir un merecido homenaje al amigo perdido, que no olvidado.
Antonio Lois inició el acto con un baile de palabras perfectamente colocadas en su lugar, como todo lo que había en el Salón de Actos del Casino de Cartagena, (Murcia). Nos contó mucho de Ezequiel deleitándonos con anécdotas de la vida de un hombre bueno y genial, de un escritor único y humilde que disfrutaba de todo lo hermoso, de la belleza y pasar desapercibido. Juán de Dios García habló de sus autores preferidos, Ignacio Borgoñós hizo un repaso de su obra literaria, Soledad Espá leyó un escrito de su hermana un poco más tímida que ella, aunque después la autora "De una mujer" me confesó que quizás ella lo hubiese leído.
Merche Díaz leyó abrazando el micrófono un precioso poema, "El desorden del día o la historia de un hombre cansado".
Francisco Marín hizo comentarios sobre la manera de ser y de algunos colegas del homenajeado. Joaquín Piqueras leyó un árticulo. "Ahora si que el mar no nos dice nada". El cierre del acto lo hizo la hermana de Ezequiel, Paquita Pérez Plasencia, que vino desde Tanger para acompañarnos en una tarde memorable. Antes de escuchar la voz quebrada y ver los ojos cristalinos de Paquita, yo leí un poema que después transcribiré, intenté hacer un retrato con la imaginación y el alma de algún día en la vida de nuestro amigo.
Hay más personas que pusieron su corazón para que todo saliera bonito, pero una pieza fundamental del puzzle fue Emanuel Menta, el pianista que nos maravilló con su música en directo. Dos de los temas musicales los compuso especialmente para el acto del jueves en Cartagena. "Trazo fino" y "Maybe a blues?", preciosos.
Antonio Lois agradeció nuestra asistencia y dio lectura a la presentación y bases del "I Concurso de Cuentos Ezequiel Pérez Plasencia".
Yo doy las gracias a todos por su cariño y aplausos, especialmente a Antonio, por confiar en mi poesía y regalarme la seguridad necesaria para que no temblara mi voz.
Yo doy las gracias a todos por su cariño y aplausos, especialmente a Antonio, por confiar en mi poesía y regalarme la seguridad necesaria para que no temblara mi voz.
ÚLTIMO AVATAR DE ABEL CAINUS
María Arteaga
¿Has encontrado alguna librería ahí?
Te imagino caminando despacio, pensando,
abrazando un libro y con cientos de preguntas.
Te atreves en las tertulias a plantar cara.
Defiendes ideales y reafirmas tu opinión seguro de ti.
Enérgico con la pluma que no con la voz,
exquisita memoria tras los dibujos de tu alta frente,
que con la cabeza alzada viviste consciente,
buscando la paz de corazón frente a pensamientos
en compañía de un corto café.
"El amor no tiene cura, pero es la única medicina que cura todos los males".
Lees el pequeño papel con restos de azúcar
y lo dejas en el plato arrugando la cita de Cohen.
La echas de menos, porque ella comprendía y escuchaba.
Anhelas encontrar su mirada y tímida sonrisa, ella...
Recuerdas cuando cruzabas la plaza hasta llegar al puerto
y mirabas al horizonte...
Evocabas tu ciudad rodeada de mar azul y puntillas blancas
y volvías sobre tus pasos al encuentro del amigo de la tarde.
Caminabas pensando en la suerte de haberla conocido
y sonreías al ver las margaritas moradas.
Llegabas a tu destino.
Intercambio de palabras en deambular de contradicciones,
que para eso eras libre, eras tú.
Ezequiel, único, genial, escritor, amigo...
las voces bailaban altas, seguras, afirmando, diferentes
y tú observabas mientras esperabas turno de réplica
que para todos tiene que haber tiempo y oportunidad,
aunque el calendario haya quemado tu última hoja en la Mandarache,
en el Escarabajo palabrero, en el Nova...Se nota tu vacío.Pero tus últimas palabras quedarán para siempre en tus libros.
María Arteaga
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