domingo, 13 de abril de 2014

Amaneceres...


Sábanas sin arrugas
con un toque de perfume
tras mi ducha nocturna.

Escojo un libro de la mesita
y me acomodo bajo la lámpara
sobre el cojín amarillo.

Todas las noches sigo el mismo ritual
hasta que me vence el sueño
o el temido aburrimiento.

Entorno los ojos, dejo el libro,
apago la luz, enciendo la radio
y la música me calma.

Alargo la mano y busco tu cuerpo
sin encontrarte, solo tu recuerdo yace
aún caliente y solícito.

Voces que desaparecen de mis oídos
hasta el alba, entonces soy consciente
de que vivo otro amanecer sin ti.



María Arteaga


***

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola María.

Un placer venir a este lugar tan especial para mí.

Un beso.

El Sol dijo...

Ese cojín amarillo es muy afortunado.
Duerme contigo, sueña, lee, te disfruta de muchas maneras.

Feliz semana. Besos, mi niña.

Por cierto, el poema muy bonito.

uno de lejos dijo...

Encantador como siempre. Un beso, María.

Jose Manuel Iglesias Riveiro dijo...

Precioso poema, lleno de ternura.
Un abrazo.

uno de lejos dijo...

Afortunada con tu pluma, bonito, bonito poema.