
Mira por donde me siento reflejada en este dibujo. Me encanta leer aunque llevo un tiempo que los libros se quedan a medias y se amontonan en mi maravillosa biblioteca casera que tengo detrás donde ahora escribo. Mi "despacho" es una salita de...veamos: 5x3 metros muy bien aprovechados. Hay dos muebles llenos de libros, mis trastos y una mesa con dos ordenadores. El de sobremesa (éste lo tengo abandonado) y mi precioso portátil (Asus los dos). Una silla de las llamadas de director, un sinfonier con un televisor que aún no he estrenado y lo tengo 3 meses, dos sillas de anea de las que llaman de modista (bajitas, por no olvidar mis tiempos de costurera) y dos sillones de relax de color granate; el que está a mi derecha me sirve de mesita auxiliar. A lo que iba...
Ayer pasé un día triston, dando vueltas como una peonza y con el ánimo por los suelos, pero creo que no tenía motivos para sentirme así. Tengo lo necesario para vivir, amor a espuertas, un montón de amigos, mi familia a la que adoro, dos hijas maravillosas y aunque no os lo creáis, dos nietos preciosos; además ahora están disfrutando del verano en la playa junto a sus padres y su otra abuela, Loli y también tengo salud y trabajo.
Esta mañana escuchaba las noticias con el desastre de las inundaciones de Pakistán, mineros atrapados en una mina en Chile, miles de soldados que aún quedan desplegados fuera de sus paises (aunque los americanos abandonen Irak) y cientos de desgracias que parecen mentira que ocurran.
Ayer, cuando salí a hacer la compra, vi una escena que, por la existencia de un supermercado cerca de casa, veo a diario; personas buscando algo que llevarse a casa, si es que la tienen, en los contenedores de basura. Les di los buenos días y les regalé una de esas sonrisas que no encontré durante el día y que se quedó con el señor que me contestó con un "buenos días señora" y siguió rebuscando entre la basura. Para la comida hice un arroz a la marinera con marisco para dos personas, que muy bien podía haber sido para más. A pesar del derroche no hice nada para remediarlo, y que siento de veras.
María Arteaga
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